El pasado año, en la revista, dimos la bienvenida a una nueva sección, denominada #DossierInnovación, que trata de analizar las claves de la innovación como base del cambio de tendencia en el sector de la moda, incluida la moda íntima y baño. Una innovación que está modificando las reglas del juego y que introduce nuevos materiales, tejidos más inteligentes y adaptados a las necesidades del consumidor y cada día más, sostenible. En este post nos hacemos eco del reportaje sobre sostenibilidad como motor del cambio de tendencia hacia hábitos más saludables,
responsables y eficientes tanto por parte de la industria como por parte de la
sociedad y sus hábitos de consumo.
La industria textil,
íntimamente asociada a la moda, las tendencias y el consumo, es un sector que,
como otros tantos, genera un alto impacto medioambiental, un factor que muchas
veces no es percibido por una parte de la sociedad, consumista, que no repara
en qué sucede más allá de lo que no ve cuando realiza una compra o adquiere una
prenda, cualquiera que ésta sea. Desde la extracción de las materias primas a
los diversos procesos productivos y fabriles a los que se someten las prendas,
hasta aquellos otros que se centran en el manipulado, empaquetado y
distribución de las mismas, todos ellos producen, en mayor o menor medida,
contaminación de algún tipo sobre el medioambiente.
A este hecho de la
degradación ambiental sumamos que, según la definición de
moda sostenible de la consultora sueca Green Strategy, ésta es aquella cuyas
prendas o productos se fabrican, comercializan y usan de manera responsable,
teniendo en cuenta que no sólo se ha de contemplar el ámbito ambiental sino
también todo aquello que trasciende en lo social, lo político y lo económico
sobre las regiones o sociedades en las que se producen las propias prendas.
Así, según la propia consultora, la moda sostenible es además aquella que
aspira a reducir al mínimo cualquier efecto ambiental negativo mediante el uso
eficiente, racional y respetuoso de los recursos naturales, así como aquella
que hace empleo de fuentes de energía alternativas y maximiza los procesos de
reparación, reutilización y reciclaje de los productos, en este caso prendas,
accesorios o complementos y sus componentes.
Pero no sólo eso. La moda
sostenible es también la que, desde un punto de vista socioeconómico, trata de
mejorar y optimizar las condiciones laborales de todos y cada uno de los
diversos agentes (trabajadores) que participan del proceso de la moda, tanto en
la manufactura y fabricación como en la manipulación, transporte y logística,
en línea con la ética, las convenciones y los derechos sociales y laborales internacionales.
“Piensa en global, actúa local”
Tomando estas
definiciones por válidas, el reto pues para la industria textil pasa por esforzarse y comprometerse a minimizar el impacto
en cualquiera de estos ámbitos, lo que implica múltiples variables y no una
solución estandarizada, convirtiendo en certera esa máxima que reza “piensa en global, actúa local”,
haciéndolo de acuerdo a las circunstancias, contextos y características propias
a la zona o región dónde se localiza la actividad industrial.
En este sentido, el
prolífico escritor, diseñador, arquitecto e inventor norteamericano Richard Buckminster Fuller, que dedicó parte de su vida al estudio de la humanidad y su
relación con el Planeta Tierra, afirmaba que “no intentes cambiar un sistema, construye uno nuevo que haga que el
anterior se vuelva obsoleto”, una frase que, con el tiempo, ha adquirido
pleno sentido y que parece haber ahondado en la brecha abierta tanto en la
sociedad como en la industria que nutre a ésta de los bienes que consume.
Economía Circular Vs Modelo Lineal
Así, en un proceso
irreversible que parece haberse instalado en la mente de las sociedades más
avanzadas, la soluciones parecen provenir de un cambio de paradigma económico,
pasando de una tipología lineal en la producción, un modelo que tiende a la
obsolescencia, a un modelo económico circular, que aborda todo el ciclo de vida
de los productos o bienes, desde su diseño a la producción, transporte,
almacenamiento, marketing, venta y reciclaje o eliminación del bien.
A todo ello contribuyen
en buena medida las múltiples iniciativas y desarrollos llevados a cabo por
empresas, instituciones y gobiernos de todo el mundo, cada vez más
concienciadas sobre su responsabilidad para con la sociedad y con el
medioambiente. Ejemplos hay, y muchos. Desde la iniciativa de la compañía sueca
H&M de crear su colección cápsula “Conscious” a la línea Join Life de la
española Zara, que promueven prendas sostenibles en todos los sentidos y con
garantías sociales de quienes las producen en países en vías de desarrollo
hasta el Foro para el Cambio Climático, recientemente celebrado en París y en
el que se negocia un acuerdo para la reducción de las emisiones de CO2 por
parte de la industria (de todo tipo) o la feria Premiere Vision, la muestra
textil de mayor calado internacional, que en su próxima edición incluye dentro
de su programa la plataforma Smart
Creation, que pretende generar nuevos valores en torno a la innovación y la
creación responsable en la industria de la moda, todas ellas suponen un paso
adelante en materia de innovación y sostenibilidad, y sólo el paso del tiempo y
su calado en la sociedad dictarán su acierto o su fracaso.
Sobre esa sociedad además
recae la responsabilidad de que las medidas y consideraciones tomadas por la
industria no caigan en saco roto, por lo que es determinante el cómo calará el
mensaje y en qué medida ésta será responsable en el consumo, otro factor a
tener en cuenta y que se podría resumir en una cita célebre de la diseñadora
británica Vivianne Westwood: “Buy Less, Choose well” (compra menos, elige
mejor).
En el ámbito de la moda
íntima, la sostenibilidad también parece situarse como una tendencia creciente
a la que, poco a poco las firmas comienzan a subirse en un ejercicio de concienciación
social y mediambiental. Para ello, muchas son las firmas que, cada vez más,
están certificando sus procesos industriales y de gestión e incluso volviendo a
localizar sus centros de producción en Europa, así como se persiguen nuevos
desarrollos y tejidos capaces de generar prendas cada día más saludables, tanto
desde el punto de vista medioambiental
como en relación con la salud y la higiene.
En este sentido allSisters, una firma de baño comprometida con la ética y el diseño sostenible con
base en Barcelona, emplea para sus prendas tejidos reciclados de alta calidad (fibra
de poliamida realizada a partir de redes de pesca, botellas, excedentes de
telas, etc.) con la certificación OEKO-TEX®, una garantía de calidad que
acredita la ausencia de sustancias nocivas tanto en las prendas como en los
procesos de fabricación y que son fabricados en instalaciones respetuosas con
el medioambiente y dentro de un clima laboral socialmente responsable. Además,
la firma combate la “deslocalización” del sector textil fabricando sus
bañadores, e incluso el packaging, en
Barcelona.
Además de esta firma de
nuevo cuño, muchas otras empresas del sector íntimo están incluyendo, en sus
colecciones, o al menos trabajando en ello, prendas fabricadas a partir de tejidos
orgánicos o biodegradables, materiales de reciclaje e incluso fibras naturales,
como es el caso de la firma Punto Blanco que desde hace años incluye modelos de
calzoncillo, bragas y calcetines fabricados a partir de bambú, una materia
ecológica, transpirable y antibacteriana que además ofrece un óptimo confort a
las prendas.
A nivel internacional,
hace un par de temporadas la diseñadora británica Stella McCartney, una
ferviente activista en materia de moda responsable, lanzó la colección de ropa
interior “Stella”, fabricada a partir de tejidos de cero impacto medioambiental
y mantiene en su empresa una estricta política ecosostenible aplicable a todos
los procesos, tanto de gestión como de fabricación que incluye políticas de
abastecimiento responsable, mientras trabajan dentro de la Ethical Trading
Initiative (ETI), una plataforma de empresas y asociaciones que vela por
mejorar las condiciones laborales en todo el mundo.